“Cuando callar se convierte en algo eterno”
La cantidad de mujeres muertas en el año a manos de sus esposos o parejas va en aumento y es realmente alarmante.
En Juliaca, el 19 de Julio, Yovana Umachamaco (27) fue golpeada con una comba hasta morir, por su esposo Orlando Chambi (36), la razón: Yovana fue a decirle que regresara a la casa porque ya había tomado demasiado.
Por otro lado, en Lima, el joven llantero Aurelio Baltazar discutía con su ex pareja Barbará Mamani porque ya no quería regresar con él. Ella tuvo la fatal reacción de abofetearlo. A los tres días, fueron encontrados partes de su cuerpo por toda la capital.
Ambos hechos sucedieron este año. El nombre que se les da: FEMINICIDIOS. Es cuando una mujer es asesinada sólo por el hecho de ser mujer. Ya es común ver estas noticias en los diarios. Esposos o parejas que matan a las “mujeres que más aman” por considerarlas un ser inferior, no una acompañante sino un simple objeto.
Estas víctimas mortales son las que aparecen en las estadísticas. Y las que no, sufren de violencia familiar. Según el Ministerio del Interior, durante el primer semestre del 2010 (Enero-Junio), se registró 48,602 denuncias por violencia familiar en todo el país, de las cuáles 5156 (10.61%) fueron a varones y 43,446 ( 89.39%) a mujeres.
Se estima que muchas de las mujeres que sólo son golpeadas y sobreviven, prefieren erróneamente estar en el anonimato. La razón: No denuncian a sus agresores.
No hay que buscar justificaciones del por que estos agresores golpean o matan a sus parejas, porque la violencia no se justifica, menos la muerte. Estas acciones muestran el odio de algunos cobardes que menosprecian, torturan y matan a sus esposas. Hasta mayo del presente año, según el MINDES se han registrado 66 feminicidios. La realidad es así de cruda en nuestro país.
La violencia se debe castigar de donde venga. Por eso, cuando suceda se debe denunciar al agresor los más antes posible. Si creemos que van a cambiar o juran que no lo volverán hacer, estamos equivocados. Cada mujer de nuestro país debe entender que alguien que la golpea no la ama. Y si se calla, le puede costar la vida.
Por: Holler Huincho
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