Parece que el Perú, luego de un aburrido pasado sin estrellas, se está sumando a los tres países principales de Sudamérica en lo que a eventos se refiere. Hasta hace pocos meses Lima tenía una cuota exagerada de permisos e impuestos que se habían acumulado a lo largo de los años y que convertían en un reto peligroso traer a cualquier artista.
Ante esto surge la iniciativa de promover ante el Congreso un proyecto de Ley de Reducción de Impuestos a los Espectáculos de más del 50%. Antes de este alentador episodio Perú no figuraba en el mapa de ninguna estrella que se aventuraba a hacer una gira por Latinoamérica. Ahora, si las cosas siguen como van, parece que no hay nada que detenga esta ola de grandes espectáculos.
Hace unos meses atrás, el diario chileno El Mercurio sacó una nota que advierte la posibilidad de que Perú supere a Chile como plaza de conciertos internacionales. En resumen, nuestro país tiene tres cosas que ofrecer. Primero, tiene cuatro lugares adecuados para mega conciertos, aunque sabemos que justamente lo que nos falta son locales; en segundo lugar, tenemos más público por cuestiones demográficas, aunque según encuestas el público objetivo sea de 50 mil personas y solo el 5.7% de limeños se identifica con el rock/pop; y finalmente, el sostenido crecimiento económico y la estabilidad política.
Seguramente el inesperado artículo ha causado mucha polémica. Muchos peruanos se llenan de orgullo por supuestamente ganarles a los chilenos; de la misma manera, muchos chileros se preocuparán por perder su preciado lugar. No se trata de ganarle a Chile ni a cualquier otro país, se trata de superarnos a nosotros mismos.
En primer lugar, como ya advirtieron muchos, este boom de concierto puede que no se mantenga al vertiginoso ritmo al que a nuestros bolsillos ha sometido. Una de las críticas a este maravilloso despegue de Lima como una nueva plaza es que no será duradero y pronto tocara techo. Como un niño que nunca ha comido golosinas, si se le lleva a una fábrica de chocolates este se volverá loco y comerá todo lo que encuentre a su paso, pero pronto se cansará y su glotonería se regulará a niveles normales. Sin embargo, los empresarios tienen una visión optimista del futuro que nos espera.
En segundo lugar, el que el jueves pasado llenáramos el Estadio Nacional con más de 40 mil personas nos dice que en el Perú a mucha gente le gusta el rock. Pero le gusta el rock que no es peruano. Parece que solo en nuestro país se cumple el dicho de “nadie es profeta en su propia tierra”. Nuestra escena local está en pañales y, sin embargo, consumimos rock como si fuésemos Argentina, Chile o Brasil. Así como se hizo una gran campaña de “compra producto peruano”, se debería hacer lo mismo con nuestro rock. Ir a conciertos, comprar discos, pedirlos en las radios.
Entonces, es una buena noticia que un diario extranjero reconozca Lima como una nueva plaza de conciertos. Pero no es para dormirnos en nuestros laureles, ni mucho menos celebrarlo como un triunfo anti chileno, sino para que seamos más exigentes con nosotros mismos. Así como les exigimos a los artistas darnos un buen show, nosotros debemos ser un buen público, como fuimos para R.E.M., Oasis, Aerosmith, entre otros. Nos comparamos con Argentina porque ahora vienen los mismos artistas a ambos países, pero allá nos llevan años luz en calidad de público. Vale decir, existe una cultura rockera cimentada muchas décadas atrás.
Además, a las principales plazas de Latinoamérica les costó 10, 20 ó 30 años llegar al lugar donde se encuentran ¿Acaso Perú lo logrará en solo dos años? En todo caso, la gente dijo que este boom acabaría meses atrás, pero como va la cosa el 2010 será largamente superior a años anteriores en lo que concierne a conciertos. Metallica abrió el telón le siguieron Aerosmith, Green Day, Bon Jovi, Limp Bizkit, Black Eyed Peas, Stone Temple Pilots. Se asoman por estos rincones pero aún nada está dicho, Tokio Hotel, Smashing Pumpkins, Pearl Jam, entre otros Ya nada es imposible.
Autor: Arturo del Carpio Huasipoma
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